La
educación de Finlandia lleva años en los medios de comunicación como un
ejemplo de éxito. Fundamentalmente por los brillantes resultados de sus
estudiantes en los informes PISA, de la OCDE. Pero ocurre a
menudo que un éxito tan deslumbrante, cuando llega a los medios, queda
envuelto por el brillo de los titulares, y ello impide precisamente
conocer y comprender sus razones y sus causas. Lo cierto es que el
sistema educativo finlandés no solo es un caso envidiable por los
resultados de sus estudiantes, sino un gran modelo del que todos debemos
aprender. Citar a Finlandia como referencia, especialmente si se hace
con intencionalidad política, no sirve de mucho. Lo que necesitamos es
entender cómo funciona el sistema y ver qué cosas de las muchas que allí funcionan extraordinariamente bien deberíamos aplicar en nuestros países.
Las claves de ese éxito podemos estructurarlas en grandes apartados, que iremos resumiendo en tres artículos en este blog. Hoy explicaré brevemente por qué es tan ejemplar el sistema finlandés, y resumiré las variables de contexto y las estructuras socioculturales. En el segundo artículo explicaré el trascendental papel de las familias finlandesas en la educación de los hijos. En el tercero me centraré en las escuelas y sus profesores.
Mi finalidad es sintetizar lo esencial, pero también me he permitido ir más allá y plantear en cada uno de los artículos algunas propuestas de mejora o reflexión para el caso español. Creo que la obligación de cualquier ciudadano preocupado por la educación es pensar qué podemos hacer para mejorar las cosas en nuestro país.
Los resultados de los alumnos finlandeses son excelentes en todas las evaluaciones internacionales realizadas en los últimos 20 años. Los informes PISA y los de la International Association for the Evaluation of Educational Achievement (IEA) muestran unos excelentes resultados en competencia lectora, competencia científica y competencia matemática. El porcentaje de alumnos de bajo nivel es muy pequeño, y la mitad de los alumnos tienen niveles notables o excelentes en todas esas pruebas. Además, el nivel de fracaso escolar de Finlandia es muy bajo (5%).
Recordemos que en esos estudios los alumnos españoles (considerados globalmente, no por comunidades) obtienen resultados que parecen mediocres, aunque no lo son tanto, si se tiene en cuenta que son parecidos a los de Noruega o Suecia, pero con una inversión educativa y en otras facetas del Estado de bienestar mucho menor que en esos países.
Siendo esto así, ¿qué variables pueden explicar el excelente nivel de competencias de los alumnos finlandeses? En el último informe PISA, Finlandia fue superada por algunos países del Sudeste asiático. Pero hay una diferencia de gran impacto: Finlandia tiene sus excelentes resultados siendo el país de la OCDE con menos horas curriculares. Si se compara las horas (escolares y, especialmente, extraescolares) que estos países asiáticos dedican, los resultados finlandeses no son fácilmente comprensibles. Así que la eficiencia de Finlandia es ejemplar, pero, además, con una equidad modélica y sin parangón.
Otro aspecto importante que suele omitirse es que Finlandia también obtiene excelentes resultados en actitudes cívicas y ciudadanas de sus alumnos, según la IEA. Es decir, el país consigue unos resultados educativos de muy altas competencias curriculares y morales, pero no solo: lo hace con gran equidad y un coste económico muy moderado. Añadamos a ello que la presión psicológica sobre los alumnos es bastante menor en Finlandia que en los otros países que lideran PISA.
Una vez perfilado este panorama general, intentaré explicar brevemente cuáles son las claves del éxito finlandés centrándome en la estructura socioeconómica (dejando para los próximos artículos las familias, los centros y los docentes).
En Finlandia hay un consenso social muy alto de que las personas son el bien más importante. Por ello el Estado prioriza la educación de los niños y los jóvenes, y la formación de los adultos, muy por encima de las infraestructuras o el crecimiento inmobiliario. Finlandia quiere liderar la sociedad del conocimiento, pero desde un modelo de Estado de bienestar. Para conseguirlo, su sistema educativo se basa tanto en la excelencia como en la equidad. Eso es lo que genera un sistema de tan alta calidad.
Finlandia sufrió en 1991 una grave crisis económica, con un paro que pasó del 4% al 17 % en 1995, tras el colapso de la URSS. El Estado y los ciudadanos en general siguieron una estrategia clara: cuando se comprobó que muchos trabajadores no se reincorporaban al mercado del trabajo por falta de formación, se emprendió una política de promoción de la formación permanente. En 2001, casi 10 años después del inicio de la crisis, los finlandeses eran líderes mundiales en formación continua de los adultos (con más del doble del tiempo que la media de la OCDE).
En mi estudio sobre el sistema educativo finlandés he concluido que la adquisición de una alta competencia educativa tiene que contemplar necesariamente el trabajo coordinado y sostenido en el tiempo de tres grandes estructuras que se complementan (o se bloquean mutuamente) en el proceso. Estas estructuras son: la familia, la escuela y las estructuras socio-culturales de apoyo educativo. En el caso finlandés las tres estructuras se coordinan y se potencian realizando en cadena una parte del trabajo educativo, justo lo contrario de lo que ocurre en el caso de España, en donde no solo no se coordinan, sino que se interfieren y bloquean entre ellas.
Las estructuras socioculturales
Veamos algunas características de estas estructuras en Finlandia:
1. Hay una gran red de bibliotecas muy bien dotadas. Las bibliotecas son muy accesibles a todos los ciudadanos, se encuentran conectadas entre ellas y con profesionales muy bien preparados. Las familias incitan a sus hijos e hijas a la lectura, y van a la biblioteca con mucha frecuencia. Allí leen mucha prensa escrita y libros.
2. Los libros son objetos muy bien valorados. Otro factor muy importante en éste ámbito es que Finlandia es un país culturalmente luterano. La Iglesia Luterana refuerza el valor de la propia responsabilidad en sus creyentes y promueve la necesidad personal de la lectura de la Biblia para salvarse. De ahí que el libro en general haya pasado a ser un objeto de gran valor.
3. No hay doblaje, solo subtítulos. Otra variable que potencia la competencia lectora y la idiomática (sobre todo con el inglés) es que ni la televisión ni el cine ofrecen los programas o películas dobladas. Todo es en la lengua original con subtítulos. Los niños tienen que aprender a leer rápidamente los subtítulos para entender lo que ven, lo que les motiva e incentiva en la lectura.
4. La escuela ofrece numerosas actividades extraescolares, mayoritariamente financiadas por los municipios.
Estas características son comunes a los países nórdicos, aunque no se dan en España. De donde cabe deducir que no son las causa específica del éxito educativo de Finlandia, pero sí de algunas de nuestras dificultades.
Tomado de:
Blogs de El País
0 comentarios:
Publicar un comentario